No sabemos por qué, pero nos gusta sentirnos inundados por la idea del agua y su extraña —casi mágica— compañía. A veces no hace falta ni tocarla, con recordarla nos basta. “Quiero volver a tierras niñas, llévenme a un blando país de aguas”,…
No sabemos por qué, pero nos gusta sentirnos inundados por la idea del agua y su extraña —casi mágica— compañía. A veces no hace falta ni tocarla, con recordarla nos basta. “Quiero volver a tierras niñas, llévenme a un blando país de aguas”,…