Acababa de marcar gol y, después de un festejo tan liberador como energizante, piel de gallina y momento que a uno le reconcilia con la vida y sobre todo con el balón, Christian Eriksen recibió el abrazo de sus compañeros. Era algo más…
Acababa de marcar gol y, después de un festejo tan liberador como energizante, piel de gallina y momento que a uno le reconcilia con la vida y sobre todo con el balón, Christian Eriksen recibió el abrazo de sus compañeros. Era algo más…