La Champions no perdona los errores, y menos si son del portero, ni tiene piedad con los equipos simpáticos, ni siquiera con el simpático Girona. A los muchachos de Míchel se les escurrió entre las manos, justo cuando el partido alcanzaba el minuto…
La Champions no perdona los errores, y menos si son del portero, ni tiene piedad con los equipos simpáticos, ni siquiera con el simpático Girona. A los muchachos de Míchel se les escurrió entre las manos, justo cuando el partido alcanzaba el minuto…