La última noche que pasé con Jaime dijo una frase que, rodeado de arbustos en un jardín impregnado de olor a jara, retumbó como si la pronunciase un ser venido de otro planeta: “Callad y mirad la belleza del cielo”. Jaime estaba sentado…
La última noche que pasé con Jaime dijo una frase que, rodeado de arbustos en un jardín impregnado de olor a jara, retumbó como si la pronunciase un ser venido de otro planeta: “Callad y mirad la belleza del cielo”. Jaime estaba sentado…