Awa, de 40 años, recibió una llamada telefónica el 6 de junio desde Pandianga, una ciudad situada en el este de Burkina Faso. Se contactó con él y se le informó de que los terroristas habían detenido un automóvil, obligado a todos los ocupantes masculinos, incluido el conductor, a salir del vehículo y posteriormente los habían asesinado.